Sueña Don Quijote y su escudera


Un conocido, de naturaleza afable, está preocupado por el bienestar de las personas -primero creí que bromeaba- pero concluyo que está lleno de buenas intenciones y acaricia un gran sueño. De naturaleza casi quijotesca, tiene una idea con la que se enfrenta a molinos: montar un partido político cuya único cometido fuera garantizar el empleo a toda la población en edad activa.

Y héteme aquí, cual Sancho Panza, recordándole que los gigantes no son tales, si no molinos. Cada quien tiene su naturaleza y quien escribe, que también ensueña pero en otro registro -quizás sea como consecuencia de la cuarentena- tiene un sueño vital bien distinto. Vivir en una playa paradisíaca lejos de los conflictos económicos y laborales de la zona euro, realizando un trabajo digno para vivir -ya aprendí lo del trabajar para vivir y no lo del vivir para trabajar- y disfrutar de la vida. En absoluto sanchopancesco, pero cuando atiendo al discurso del especial caballero de La Mancha, creo que me he convertido en el escudero que intenta conectarlo con la realidad.

Cómo hacerlo, qué mover, de qué alianzas dispones…y él se regodea soñando en cómo sería un mundo donde todos tuvieran dignos ingresos. «Es una buena idea, quién no me votaría!», dice. Que a quién le pudiera parecer mal…si es una gran idea. No le aplaudo la originalidad de la ocurrencia puesto que no es el primero en tenerla, si no su peculiar solución y la capacidad de ensoñar en plena pandemia.

Cuanto más le escucho, más cariño le tomo, puesto que su sueño demuestra su bondad hacia los demás y creo que cuando alguien entra en nuestra vida, por extraño que nos parezca el motivo de su llegada, es por algo. Así que, mientras saco brillo a su escudo, sigo ensoñando con playas de arenas blancas que acarician un mar pintado de azules y turquesas imposibles.

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